Hoy compartimos un fragmento del "Libro de los viajes o de las presencias" escrito por Fernando González y publicado en 1959
Imagen tomada del sitio Corporación Otraparte:
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VIAJE
AL RETIRO
El camino es una carretera
hermosa que se trepa de la cima de Las Palmas, yendo de travesía de Medellín;
luego va recorriendo la meseta gruesa y ondulada, por entre sietecueros y amarraboyos florecidos,
villas envidiables de gente rica, silencio, paz, aire fresco que llega al fondo
de los pulmones; y coge un suave descenso hasta Los Salados, y se mete por
último en la carretera del valle del Retiro, que, si hubiere paraíso en la
tierra, ese es. Por lo proporcionado al hombre de risueño valle, por el agua cristalina
del riachuelo, por los verdes titilantes de sus yerbas, arbustos y árboles; por
los colores como más radiantes de las flores; por lo proporcionadas al ojo, al
pie y al espíritu de sus colinas… en fin, entendí que este hombre tiene
refugio.
Todo se encuentra a unos
1940 metros de altura; 16 grados de temperatura, aire seco. Es lo más semejante
(pero mejor) que hay en el mundo a los rincones que tienen las provincias
vascongadas. Cuando por allá hay primavera, y siempre en El Retiro, ver aquello
y ver esto es como ver dos hermanas hermosas, pero la una mejor, porque siempre
tiene juventud, y por allá hay invierno. Es tierra bendita, aurífera, y su
vallejuelo es aluvión que fue muy trabajo. Pinos, eucaliptus, maizales, en
valles y laderas, y, alto, la bellísima vegetación de tierra fría antioqueña.
Criadero de buenas gentes y de vacas ágiles y flacas. El lecho de sus aguas es
de trozos blancos de cuarzo, que es la casa del oro. Por eso, el antiguo nombre
era El Guarzo.
El poblado es limpio, tiene
casonas de patios florecidos, ventanas amplias, zaguanes anchos, maderas
finísimas y, dentro, señoras viejas, arrugadas, las viejas de las antiguas
familias mineras, que no quisieron irse con sus hermanos ricos para Medellín.
Poseían esclavos negros tratados como hijos. Aun celebran “la fiesta de los
negritos” y estos vienen desde Remedios y Zaragoza a donde se fueron sus
abuelos al agotarse el venero aurífero.
La finca y casa de los
Ochoas está al principiar la pendiente occidental que enmarca el valle, a unos
4 kilómetros del río. Casita moderna, de ventanales de vidriera, por donde
entra la luna libremente.
Fue edificada por quien
sabía que no hay noche para el que tapa el cielo infinito, infinitamente
poblado. Una novilla de poderosas nalgas, en la mangada de yaraguá; un
gallinero, huerta, pinos, eucaliptus y plantas de jardín que bordean la casa.
Paz! Esta es la
palabra.
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