Hoy compartimos con nuestros lectores un artículo titulado "Evaluación socio-política de El Retiro" escrito por Alfredo Gutiérrez Mejía y publicado por la revista Distritos en su edición número 17 de 1969. Esta revista se puede consultar en la biblioteca de la Universidad de Antioquia.
EVALUACIÓN SOCIO - POLÍTICA DE EL RETIRO
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Hay
un pueblo en Antioquia, muy cerca a Medellín, que en muchos aspectos resume las
acentuadas características raciales del antioqueño, y conserva el orgullo de
esa salsa picante que siempre ha distinguido a nuestra gente, pero no son
solamente peculiaridades que aparecen a los ojos de los extraños, las que lo
individualizan, sino también algunas cualidades muy de su índole, que lo hacen
distinto a sus coterráneos y que probablemente tuvieron su origen en la rudeza
de las aleatorias tareas que originalmente desempeñaron sus primeros
pobladores. Esta población es El Retiro. Se recuesta sobre las fuentes del Nare
y disfruta de un clima edénico, a 2.200 metros sobre el nivel del mar, en un
valle estrecho y apacible que dista 32 kilómetros de Medellín, por excelente
carretera pavimentada.
Por
muchos años esta región fue objeto de una concesión real a favor de una familia
chapetona, para la explotación de los aluviones del rio “Pantanillo”, cuyas
arenas fueron auríferas originalmente. Cuando ya esos trabajo –ejecutados con
la ayuda de esclavos- no fueron remunerativos, los concesionarios cedieron sus
derechos a los trabajadores, a cambio de que celebraran cada año la “Fiesta de
los Negritos” a la Santísima Virgen, patrona de la heredad.
También
fueron halladas fuentes salinas, de buena concentración, y las abundantes
maderas de sus montañas brindaban una propicia pero limitada reserva de
combustible, para explotar dichas fuentes, y por algunos años esta industria de
la sal, rica en Yodo, constituyo un recurso de actividad remunerativa para las
familias empresarias, las cuales constituyeron, por mutuo acuerdo, un reglamento
a manera de “Ley de Minas”, para el aprovechamiento de las aguasales y su
comercialización. Por muchos años fue famosa la “sal del Retiro”, sobre todo
para la salazón de ganado y carnes, y para la mesa.
Se
suponía que era rica en yodo y elementos curativos para el coto humano (Bocio).
Las
corrientes de agua que flanquean la población, muy caudalosas antiguamente,
cuando sus cabeceras estaban aun pobladas de vegetación boscosa y arboles
corpulentos, servían para el transporte de las maderas necesarias para la
extracción de la sal, por ebullición directa. Pero la gradual despoblación de
dichas cabeceras redujo sensiblemente el caudal de las corrientes, y, como es
natural, se produjo el agotamiento de los bosques, lo cual privo a la industria
de su insumo esencial. Aunque en los últimos años de explotación los salados
lograron transportar sus leñas, muy alejadas ya, a fuerza de animal (bueyes
rastreros), el costo aumento considerablemente y aunque la concentración de las
fuentes de aguasal era adecuada, su explotación se hizo antieconómica.
Tenemos,
pues, que dos industrias básicas de la región agotaron sus recursos naturales,
y no solo esto, sino que la minería ejercida en un principio a lo largo de los
lechos de los ríos por el sistema de “mazamorreo”, agoto y lanzo aguas abajo
una importante proporción de la tierra rica en humus que en valle contenía,
ello determino un futuro demasiado precario para las faenas agrícolas
fundamentales.
Queda
pues, solamente, una también precaria fuente de explotación extensiva de
ganadería, la cual solo se hizo posible por la austeridad y poder de adaptación
del ganado blanco-criollo (orejinegro); pero ella difícilmente ligada el
interés de nuevas generaciones de “guarceños” (1), ansiosos de emplear bien sus
energías, provenientes de un clima sano por excelencia y una vida austera; y
ello los impulso a emigrar hacia el Sur del Departamento: (Caldas, el Quindío,
Risaralda y el Norte del Valle). Esas tierras volcánicas, ubérrimas forjaran
sus fortunas, Manizales, Pereira, Armenia, Cartago, Sevilla, Buga, etc., son
hoy el solar de cientos de familias de origen guarceño.
Hoy
se abren amplios y rosados horizontes al desarrollo y embellecimiento, no solo
del pueblo de El Retiro, sino de toda la zona rural, dotada como muy pocas de
condiciones ideales para constituirse en la vivienda de los medellinenses:
Su
cercanía (32 kilómetros de excelente carretera). La belleza de sus campos y
colinas. Su clima ideal y seco. La abundancia de sus aguas. La facilidad de su
aprovisionamiento, y, su posición geográfica en relación con las vías, entre
Medellín y los principales centros de la República.
Es,
además, el vallecito de El Retiro, parte integrante del sistema, topográfico,
orográfico y fluvial más interesante que pueda desearse, formando un conjunto
ideal con los valles de “Salazar”, “Llano Grande”, Valle de La Ceja, etc., cuyo
porvenir nos atreveríamos a considerar inmejorable y como la zona de más
halagüeño futuro en Antioquia. Su posición con relación a la Metrópoli no puede
ser más adecuada; su clima uniforme y la belleza de sus paisajes, hacen de esa
región la zona perfecta para residencias, no solo de veraneo, como ya lo es
hoy, sino que al ejecutarse los túneles de intercomunicación que ya se han
planeado, toda la zona se transformara en la sección residencial más bella y
bien dotada de todo el país. Sus fuentes de agua y su energía eléctrica son
riquísimas, ya que en su área se desarrollan las presas más importantes del
futuro, y las canalizaciones primarias de mayor capacidad en Antioquia la
cruzan en varios sentidos.
Si
miramos retrospectivamente el pueblo de El Retiro y escudriñamos un poco en lo
que ha sido la entraña nutricia de su pueblo y de sus gentes, podríamos
extendernos casi indefinidamente en el estudio y apreciación de modos y
peculiaridades, que casi han conformado un prototipo de antioqueños, de hombres
aventureros, amantes del azar y de los riesgos, y quienes después de conquistar
valles y selvas, a las orillas del Cauca, del Amazonas o del Plata, emprenden
con sus últimas energías el viaje de regreso, con la ambición, no siempre
conseguida, de morir a la sombra de la blanca iglesita que bendijo su niñez
.
Las
siguientes estrofas, de autor anónimo, pintan muy bien a ese “hijo prodigo”:
“Cachorro
paisa nacido en el orgulloso Guarzo
Sin muchas letras menuda ni muchos
escapularios,
Corazón de yerbabuena y textículos de guapo,
Era mi papa querido lo que se llama un
verraco.
Sus plantas, sueños viajeros, mil caminos
agobiaron;
Revólveres llenos de tiros y cuchillos
cachiblancos
Supieron de su valor, castigo de los
bellacos.
Y ni al ritmo de las horas desveladas de los
gallos
Falto el sudor agresivo de mi buen viejo,
¡carajo!
Santa, santa santidad de santa y noble vigor
de macho,
La estirpe de mis mayores, vaivén de cuna
trocaron.
Dos ojos verdes de tigre y dos de ciclo
entintado bañaron sus alegrías en aguas llenas de llanto.
Y como cuatro palabras que dijeron cuatro
labios,
Cuatro hijos de carnicero, recibieron cuatro
brazos.
Orgullo son de mi vida, viejo, tu sombrero
blanco,
Tu ruana abrazada al cuello, tus tragos en el
estanco,
El vaivén de sus fatigas, tus textículos de
guapo,
Amor que a tu dicha dieron tus lindos cuatro
muchachos.
Porque, ¡ah bueno que es ser hijo sin muchos
escapularios
De una mamacita santa y de un papa bien
verraco!.
1) Así
llamados por el nombre de “Guarzo”, dado al poblado, corrupción de “cuarzo”,
abundante piedra blanca en que es rica la región.
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